El primer recuerdo de la música que tengo fue en el colegio, en clase de Música. Tenía unos 14 años. La asignatura nos la daba un hombre que de música no sabía más de que un pentagrama tenía cinco líneas. Mi hermano al menos tuvo más suerte: su profesor era un recién licenciado, joven, fan de los Beatles y de Mike Oldfield, con el pelo largo, pantalón de pana y camisa a cuadros y en su despacho siempre olía como a dulce y ahumado. Pero esa es otra historia, y no me toca a mí juzgarla. Ya lo hizo el tribunal de instrucción número 5.
En clase solíamos tocar canciones populares, clásicos de ayer, de hoy y de siempre: Yellow Submarine, Pin Pón es un muñeco, Había una vez un barquito chiquitito… El profesor solía dar el título de la canción y empezaba a vomitar redondas, corcheras y semifusas, y después de anotarlas tocábamos las canciones. Hasta ahí bien. Ensayaba. Con mucho esfuerzo conseguía que en la flauta el 35% de los “Re” no sonaran como un tenedor arañando un plato, y con el tiempo hasta los perros dejaron de aullar por los molestos sonidos que sólo ellos llegaba a oír.
Hubo un fatídico día en el que el profesor no dio título alguno, y se limitó a dibujar las notas y a decir que las tocáramos, sin más. Ahí me di cuenta que tocaba por repetición, y no pude. No pude. Las duraciones de las notas eran todas iguales en mi cabeza, y solo un par de personas en la clase fueron capaces de tocar la canción sin haberla oído antes. Lo peor fue que cuando aun no me había recuperado del descubrimiento de mi incapacidad musical, el profesor nos obligó a crear, en parejas, nuestra propia melodía.
Elegir compañero no fue difícil, sólo tuve que buscar al único que aun no tenía compañero. Cabizbajo, callado, con flauta… ese era mi hombre. Fuimos a ensayar a su casa, y lo primero que hizo fue ponerme el versión 2.0 de Garbage. Después hicimos la melodía, que resultó un fiasco. Ahí supe que la música no era lo mío.
Lo que pasó después no lo sé con seguridad, solo lo puedo presuponer. Mientras yo calmé mi frustración en casa viendo alguna peli o dibujando, él se sentaría en su cama con la minicadena en marcha y algún disco puesto y más de mil veces escuchado, reviviendo las escenas de su corta vida. Cómo hasta ahora.
Christian